Libre



Me vais a perdonar, pero es que estoy pasando por una fase profunda y sólo me apetece hablar de reflexiones y más reflexiones. Es que no paro de darle vueltas a la cabeza (eso se llama flexibilidad).

Estaba yo esta tarde echada en el sofá con el mando de la tele buscando una peli sin pretensiones, cuando me he topado con "El primer caballero". Reconozco que no es ningún peliculón, pero bueno, para un día tonto se deja ver, aunque peca de almibarada y larga, y Julia Ormond me recuerda a Candy Candy, con los ojos llorosos a todas horas.

Pero a lo que iba: ha habido un diálogo que me ha hecho pensar. Trataba de la libertad de moverse por la vida sin ataduras de ningún tipo y sin planearlo todo, y de la felicidad que proporciona esa sensación de no ir cargando con el peso físico ni moral de ningún lastre material. Y no sé si ha sido el solecito que entraba en ese momento por mi ventana, unido a la música de fondo o qué, que he dejado la mirada perdida en una esquina del techo y he creído tener una revelación: Tengo tantísimas cosas que no me siento libre.

Ni siquiera de pensamiento, porque siempre estoy rumiando qué otra cosa podría hacerme falta, y ese lastre psicológico no me deja avanzar.

De pronto he empezado a fantasear sobre cómo sería mi vida si me diera por regalarlo todo y me quedara sólo con lo más básico. ¡Y me he sentido genial! Sé que ese efecto se me va a pasar rápido, pero me ha gustado retenerlo un rato y regodearme en él. He creído entender, aunque sea fugazmente, que la vida sin tanta cosa es una vida más feliz. El quid de la cuestión es no ver la falta de cosas como una montaña de privaciones, sino como una oportunidad de ser más libres.

Os animo a que penséis en ello. Cuando tengáis un rato relajado y sin nada importante que hacer, imaginaos yendo por la vida con lo puesto. Con dinero en la cuenta para poder vivir, pero sin una casa llena de cosas que nos parecen súper importantes y, sobre todo, más que nada por no perder la temática del blog, sin un armario lleno a rebosar y, en muchos casos, lleno de cosas que nunca usamos pero que tampoco nos animamos a desechar.

Y lo que es más importante: imaginaos vuestra vida sin esa búsqueda constante de ropa que nos parece imprescindible adquirir. Sin esa búsqueda de unos zapatos para falda porque los que tengo no me pegan, sin esa cazadora que he visto por todos lados y me he empeñado en tener, sin esa ansiedad por comprarme una chaqueta chanelera que va a hacer que sea la más estilosa del mundo (eso nos decimos).

Está claro que quiero todo eso, ¿pero de verdad lo necesito, como me he empeñado en creer? ¿Mi vida será distinta si lo tengo? ¿Será mejor de lo que es ahora? Ah, bueno, sí, ahora salgo a darme un paseo en vaqueros  y camiseta, y luego saldré a dármelo con un vestido monísimo, una chaqueta que me ha costado un ojo, y unos zapatos nuevos que, oh, sorpresa, me rozan en el talón y estaré deseando quitarme en cuanto llegue a casa. Además, seguro que no me tropiezo con ningún "coolhunter" (cazatendencias, en cristiano) con cámara de fotos y blog ultra famoso que me lance al estrellato. Qué mala pata.

Conclusión: café, 2 euros; chaqueta, 90 euros; zapatos asesinos y condenados a caer en el olvido, 100 euros; vuelta a casa, a la misma hora que el día anterior, pero con un bajón importante en la cuenta corriente y una rozadura en el talón. ¿Merece la pena?

Pues no, estoy convencida de que no. En cambio me imagino a mí misma a lo Richard Gere, sin calentarme la cabeza con el qué me pongo, con todo el planeta para recorrer a mi antojo, todo el tiempo del mundo y sin preocupaciones por los maletones de los que tengo que tirar, y me deshago de gusto.

Lo malo es que llevo demasiados años ansiosa por acumular cosas y me cuesta romper esa dependencia de lo material. ¡Pero me gustaría tanto...!

Y vosotras, ¿alguna vez os habéis planteado lo mismo?

Por cierto, la imagen de cabecera es del anuncio de Air France, que me parece sencillamente precioso. Me tiene encandilada y me dan ganas de volar. Os lo dejo aquí abajo por si no lo habéis visto.








Comentarios

Unknown ha dicho que…
ay chica, esa reflexión yo ya la he hecho porque me veía encaminada al síndrome de Diógenes, incapaz de tirar nada y comprando aún más cosas.
El consumismo se apodera de nosotros y no nos damos cuenta que las cosas nos esclavizan y, cuantas más tenemos más esclavos somos de ellas.
Yaiza ha dicho que…
Yo creí liberarme cuando tuve a mi hijo, cuando en mi orden de prioridades no estaba ni mi armario, ni mi pelo, ni el que me pongo, y poco me importaba si no estaba de lo más "in" cuando tenía a mi peque llorando porque tenía hambre... pero volví a caer, volví a esclavizarme y lo peor es que por partida doble... ahora "necesito" mil cosas para mí y también para él... y no solo me pregunto si yo soy más féliz...¿lo es él? ¿le estoy educando en el materialismo? Gracias por tu reflexión porque creo que de vez en cuando necesito un toque de atención.... Muchos besos...
Carla ha dicho que…
Que difícil de hacer lo que dices! Pero comparto tu opinión... a mi lo que me pasa es que me siento como que todavía no he encontrado mi auténtica forma de ser, cosa que incluye como uno se viste, se perfuma, se maquilla, etc...tengo una idea pero no la tengo terminada, cosa que me lleva a sentir necesidad de muchas cosas, porque me gustan pero que quizá no encajen con mi ser...no se si me explico .
De todas formas pienso que es muy difícil ser no materialista en un mundo materialista, creo que el tema está en encontrar un equilibrio y hablar de estos temas de vez en cuando hace que uno se ponga de nuevo en vereda. Por ejemplo, tu última lista de básicos que cabrían en una maleta (casi) me parece una muy buena forma de no perder el camino, por lo menos para mí...
Saludos, abrazos y sigue escribiendo, reflexionando y recordandonos lo efímero de muchas cosas...
Edea ha dicho que…
coincido con lo que dices, y con lo que opinan las otras chicas por aqui. El mundo en que vivimos nos aboca a comprar y consumir sin parar, tanto de ropa como cualquier otra cosa (creo que ya todo el mundo conoce el reportarje sobe la "obsolescencia programada"); en relacion a la ropa yo hace tiempo que me hice ese planteamiento.
sé que no soy super estilosa ni voy a la ultima, pero en mi caso, la falta de espacio (mi habitacion y por ende mi armario son pequeños), y tengo la ropa apretujada. He llegado a un punto en que me he dado cuenta que no puede ser, y he decidido que antes que seguir comprando cantidades de ropa sin sentido, tengo que tener la que necesito.
Cierto es que quisiera actualizar más mi armario y tener cosas más actuales, pero para ello antes tengo que sacar ropa vieja. Por un lado, he donado la ropa que tengo claro que no le voy a dar uso (me iba pequeña,etc) pero tambien que si tengo ropa que aunque no sea muy actual me siento comoda con ella, primero la "gastaré". Decirnos que la donamos porque está desfasada pero que asi la aprovecha la gente que lo necesita (que es cierto) pero asi tenemos hueco para comprar ropa nueva... es seguir dentro del circulo vicioso del consumismo.
la verdad es que ya compro poca ropa al año (aunque me doy mis caprichos a veces, algo que me enamore, o que necesite), pero me he dado cuenta que ahora miro la ropa con otros ojos, me pregunto si lo que veo ya no lo tengo en casa parecido,o si lo necesito realmente, o si al comprarlo, es algo que no tengo y por tanto puede venirme bien.
aún no he conseguido deshacerme de mucha ropa que quisiera, y sigo queriendo incorporar algunas cosas que no tengo y me apetecen, pero todo se andará. El no tener esa sensacion de necesitar hacer comprar a cada poco es muy placentera, y me siento bien sin esa carga ;)
Nina ha dicho que…
Es una buena reflexión, en algún momento te la planteas y te das cuenta de muchas cosas, yo, por ejemplo, cuando pienso en ello, vuelvo a mi infancia y recuerdo con que ilusión recebía un regalo, con que ansia y el mucho partido que le daba, hasta que literalmente el objeto en uestión acababa destrozado.

Ahora, tenemos tanto a lo que acceder, tantas posibilidades, y, sobre todo, tanta información que se nos crea un "run run" detrás de otro y queremos siempre más, aunque a veces también es bueno porque ilusiona,pero creo que hay que encontar la justa medida, que, por otra parte, es lo más difíl creo yo.

Este invierno quiero cuatro cosas, nada más, aunque no sé si realmente me hacen falta, sólo espero, al menos, sacarles partido. Una chaqueta chanelera y low cost, unos botines a lo Isabel Marant, un jersey de cachemir y le pliage de Longchamp. Si me hago con ello pienso cuidarlo y disfrutarlo ya que ahora mismo mi economía está un poquito más resentida.

Un beso

Nina
Miluna ha dicho que…
Hola el día que te enlace en mi blog, me gusto mucho por que yo siempre he sido muy coqueta he tenido una vida mas bien cómoda y me permitía comprare mas de un capricho, y siempre aunque ahora ya no me los pueda permitir por circunstancias de la vida me gusta estar un poco enterada del tema...
pero te voy a decir una cosa ahora que me despoje de lo material entre comillas soy mucho mas feliz, no es fácil cuando has llevado una vida cómoda pero llegan momentos en tu vida que hay algo mas y lo consumismo y lo superficial no te llena, el corazón lo tienes vació y es lo peor que puedes tener..
te invito a que te pases por mi blog y leas alguna entrada..
puede que te ayude en estos momentos de tu vida..
la satisfacción interior es lo que tienes que buscar..

muchos besos y sonrisas
Tasha ha dicho que…
Alice, bienvenida! justamente, las cosas nos esclavizan, y cuanto más tenemos, peor es la situación...Y mayor la insatisfacción! y entonces nos creemos que lo solucionaremos comprando nuevas cosas, y acabamos agravando el problema. Estamos de atar, eh? ;)

Yaiza, es que esto es como una adicción, verdad? cuando te alejas del mundillo, te curas, hasta que un día vuelves a picar y caes en el efecto bola de nieve. Yo es que también necesito toques de atención, por eso de vez en cuando me los doy a mí misma, a ver si espabilo. Creo que un poquito sí, menos mal.

Carla, bienvenida! pues sí, difícil no, dificilísimo. Y eso mismo que tú dices, es lo que me ha estado pasando a mí hasta ahora (si ves el archivo del blog, te darás cuenta). Afortunadamente, ya me voy encontrando. Lo malo es todo lo que he acumulado por el camino! y ahora qué hago con todo eso?

Edea, completamente de acuerdo contigo. Yo tampoco creo que haya que estar desechando todo lo que no usamos, a menos que no le veamos solución posible. Pero lo que de verdad hay que hacer es usar lo que tenemos, y aprender a valorarlo. Ése es el primer paso para comprar con cabeza, pero si no valoramos nada, volveremos a caer en el círculo vicioso consumista. Además, seguro que todas tenemos cosas monísimas abandonadas en el armario. Lo que pasa es que somos perezosas y no nos va lo de calentarnos la cabeza. Hay que echarle imaginación, ganas y personalidad. Y si no vamos con la tendencia, pues a crear una nueva. Por qué hay que seguir la moda?? que nos siga ella!! :D

Nina, justamente: a mí me parece que actualmente tenemos exceso de información. Es una pasada. Estamos saturadas, y cuando estás dentro, ni te das cuenta. Sólo te planteas lo del "necesito esto", "necesito lo otro". Hay que tomar distancia y ver las cosas con perspectiva. Además, yo creo que una cosa es el mundo bloguero y otra la realidad. Y en el mundo real veo que la gente actúa de forma mucho más normal de lo que pretenden hacernos creer.

Por cierto, me encantan las cuatro cosas que quieres. Yo también las quiero, jajaja. Pero resistiré. Cuando me pongo a pensar en lo que quiero, automáticamente paro y doy un repaso mental a todo lo que tengo, y me imagino formas de combinarlo que me hagan ilusión. Y funciona!! mantengo mi lado caprichoso a raya.

Lo que sí me he comprado esta temporada son unas botas moteras que me hacían mucha ilusión. Pero ahora quiero sacarles bien el jugo, para valorarlas en su justa medida.

Ay, qué equilibrada parezco y qué engañadas os tengo...! :P

Miluna, me parece una proeza que hayas sabido desprenderte de ese lastre material del que hablamos. Ya quisiera yo. Aunque bueno, Roma no se hizo en dos días. Con que encuentre un poco de equilibrio, me conformo. Leeré lo que nos cuentas en tu blog, gracias!

La verdad es que esta reflexión de hoy era un poco utópica, pero de verdad que imaginarme moviéndome por la vida sin tanto lastre me ha cargado las pilas. Fue una sensación bonita y está bien grabarla en el pensamiento para recordarla cuando haga falta.

Besos y gracias por vuestros comentarios!
Yaiza ha dicho que…
Tasha... me ha encantado esa frase de "¿Por qué seguir la moda? Que nos siga ella".... En serio, me ha hecho sonreir... Creo que definiría por completo lo que significa ser libre... Muchos besos.
Yaiza
B.C. ha dicho que…
Jo Tasha, sé que me repito, pero cómo me gusta tu blog!!! :) Me encanta leer estas reflexiones. Porque bajo mi apariencia de fashion victim o pija redomada (para algunos), se esconde una persona que piensa muy muy muy parecido a ti. Ayer mismo pensaba en algo similar viendo Águila Roja, cuando el médico tiene que casarse con alguien que no quiere y no con la muchacha pobre que le hace feliz, sólo para no deshonrar a su familia. Aunque hoy hayan cambiado mucho las cosas en ese sentido, ¿de verdad es tan importante preocuparse por lo que los demás digan de nosotros, por nuestra posición económica, por nuestro físico, etcétera, etcétera? Seguro que con un poquito menos de peso de ese tipo, como tú bien dices, seríamos más felices.

Un besazo
Tasha ha dicho que…
Yaiza, a que sí? es que si te paras a pensar, qué es la moda?? de dónde salen todos sus dictados?? pues de un grupo de personas que se juntan y deciden que nos tienen que convencer de que se llevan las hombreras porque todos los diseñadores se han pasado meses haciendo sus colecciones en torno a esa idea y las tienen que vender como sea. O sea, algo totalmente arbitrario.

Pues oye, opinemos nosotras también. Yo llevaré lo que me guste, y el que quiera, que me siga. ;) De hecho ahora van de cabeza por culpa del Street Style, que les ha salido rebelde y también crea tendencia. Pero de un tiempo a esta parte, la gente se está aborregando también ahí y al final acaban todos cayendo en lo mismo: tiendas y gente de la calle.
Es que ya no hay nadie con criterio propio y sentido de la libertad??? sííííí!! NOSOTRAS!! :D

B.C., yo tampoco me canso de darte las gracias! :) Y eso que cuando escribo estas cosas me asaltan las dudas de si estaré resultando muy plasta. Pero mira, se ve que muchas pensamos lo mismo.

Por cierto, yo no te veo una fashion victim ni una pija, si te sirve de algo. Te veo elegante, si es eso lo que otros ven como pija. Y te veo una chica muy sensata que sabe gastar con criterio y vestir muy bien comprando por cuatro duros, y sin complejos de marcas y chorradas así. Eso tiene mucho mérito.

En cuanto a tu pensamiento, vas más allá incluso, y es una buena reflexión: aparte de la carga material, por qué nos empeñamos en autolimitarnos y esclavizarnos con otras cargas psicológicas? la vida es muy complicada y a veces es difícil tomar distancia y ver las cosas como son. Por eso está bien que de vez en cuando nos paremos un poquito a pensar, porque seguro que sin tanta parafernalia seríamos todos mucho más felices.

Un beso grande a las dos!
Anónimo ha dicho que…
Se me había pasado esta entrada Tasha, pero dice mucho de verdad. Yo diría que de las que andamos por aquí, que tenemos "cierta edad", ¿quién no ha pensado o sentido esto alguna vez?

Yo confieso, la primera, que he tenido y sigo teniendo vaivenes en mi vida, paso por etapas en que ansío esa depuración que me devuelva mi libertad, y otras por las que no soy capaz de tanta renuncia. Diría que es una lucha permanente. No soy tan asceta, creo que lo mío es un punto intermedio, pero hay que aprender a controlarse y a mantener un equilibrio que haga la situación tolerable, sin dejar que las ataduras lleguen a atosigarnos, sobre todo moral, espiritualmente que, personalmente, es donde acuso más el peso (aunque obviamente también me molesta la acumulación material y el lastre que supone).

Es francamente difícil pero no imposible. Además, no os ha pasado alguna vez perder algo de valor, o que considerábais que tenía mucho valor o un significado muy especial para vosotras por accidente y sorprenderos vosotras mismas de ver en qué poco tiempo habéis superado esa pérdida? No sé, un robo, perder un bolso lleno de recuerdos personales, etc...

Pues a mi sí, y eso me ha dado ya en alguna ocasión una clarísima prueba de que muchas de las cosas, por no decir todas, que poseemos no tienen, en realidad, ni la mitad del valor o la importancia que nosotros les damos.

Un beso,
María
Tasha ha dicho que…
María, te ha quedado un comentario impecable! :D Qué bien expresado, chica.

En realidad estamos siempre con los mismos temas, verdad? será como tú dices, que al tener ya cierta edad no podemos evitarlo. Y menos en este blog, que como su dueña ya es un poco bipolar en lo que a moda se refiere, es inevitable que volvamos una y otra vez con los mismos debates. ;)

Tienes toda la razón con lo de que a veces hemos perdido cosas que nos parecían imprescindibles y luego nos damos cuenta de que no lo eran tanto. Yo creo que la pena de la pérdida acaba desembocando en cierto alivio: Una cosa menos de la que preocuparse en esta vida, jaja.

Quizá nos apegamos demasiado a cosas que no deberían significar tanto para nosotras, no sé.

Alguna ha hecho el Camino de Santiago? yo hice un tramo pequeñito, pero me pasé unos 10 días por ahí arriba en ese plan mochilero y durmiendo en los albergues, y la verdad es que esa experiencia se me quedó grabada para toda la vida. Ahí me di cuenta de que en mi mochila tenía todo lo que me hacía falta, y me encantó esa sensación de libertad! Me encantaría repetirlo pero esta vez haciéndolo entero.

La verdad es que siempre que he conseguido hacer una maleta perfecta para un viaje largo, llevando de todo pero sin cosas superfluas y sin exceso de equipaje, me he sentido igual de bien. Y entonces pienso: para qué tanta cosa??

Adoro viajar...se nota??? necesito un viaje YA!! :)
Anónimo ha dicho que…
Esa sensación de "maleta perfecta" la conozco! Pero por desgracia la siento pocas veces. El equivalente pero en nuestra vida en general nos haría más liviano el día a día. Y parece mentira que ese peso sea debido, en gran medida, a cosas que no son realmente importantes, como se ha dicho ya anteriormente.

Yo soy de las que piensan que en realidad tomo excesivo apego a cosas que no debería, pero soy muy así, de apegarme a las cosas que me han hecho feliz por algún motivo o me atan a recuerdos del pasado que no quiero olvidar. Por eso se me hace tan difícil tirar cosas usadas o inútiles. Son "en la práctica" inútiles, pero como siempre digo, no sólo de utilidades vive el hombre, también nos alimentamos de cosas inmateriales e inútiles que nos hacen felices y veces ese enlace lo canalizamos a través de objetos determinados. La moda no deja de ser uno de ellos, todas hemos conservado en el armario prendas olvidadas que ya no usamos pero somos incapaces de tirar sólo porque "nos traen recuerdos" o son prendas que nos gustan especialmente como objeto decorativo en sí. Es la misma razón por la que tenemos cuadros o la mantelería de la abuela. No son prácticos pero "llenan" nuestra vida de cosas que también son necesarias ¿Por qué no? Por eso digo que yo no me veo capaz de despojarme de todo eso que también forma parte de mi mundo y de mi pasado, me conformo con mantenerlos a raya y que no invadan en demasía mi presente, pero ese equilibrio es difícil y a veces una se descontrola. Todas, más o menos, tenemos algunas dificultades en este sentido de vez en cuando así que estos posts-recordatorio también me gustan y me ayudan :)