La psicología de la moda (o de la ropa)

Mujer pensativa


Con todo esto de haber publicado el libro y haberme decidido a salir del anonimato tras el que me escondía en el blog, me está dando por reflexionar de nuevo.

Es curioso cómo el hecho de admitir que nos interesan según qué temas parece colgarnos automáticamente una etiqueta con connotaciones no siempre positivas. Es el caso de la moda. Si te mueves por la vida con cierta discreción, y la gente te tiene encasillada en una faceta más o menos seria, admitir que te interesa la moda y todo lo que se desprende de ella puede llegar a chocar. Creo que es mi caso. 

Sin embargo, como recientemente me ha dado por leerme de nuevo mi propio blog, he redescubierto algunas reflexiones que veo que me siguen interesando como el primer día. Y después de ese análisis exhaustivo de todo lo que escribí en su momento, puedo reafirmarme en mis intereses: sí, realmente creo que el tema estilístico tiene mucha miga. 😏

Es que la moda no es sólo preocuparse por el último trapo, sino aprender a transmitir con nuestra ropa lo que realmente queremos transmitir. Hacer que cuadre el mensaje "estilístico", con el que lanzamos con nuestra personalidad. O simplemente, saber manejar una herramienta visual, como es la ropa, para que no enmascare nuestra esencia. 

Todas hemos experimentado las consecuencias positivas y negativas que se pueden derivar de elegir acertadamente o no la apariencia con la que queremos mostrarnos al mundo. La ropa es una circunstancia secundaria que no debería pasar nunca a ser algo principal, y ahí, creo yo, es donde está el reto: en aprender a usarla a nuestro favor y en no permitir que nos ocupe demasiada energía mental, que es algo que tenemos que emplear en otras cosas. 

Un ejemplo simple: A veces he visto por la calle alguna pareja paseando (sobre todo en verano) en la que el chico hablaba despreocupadamente y la chica fingía escuchar, pero se notaba a la legua que el único pensamiento que rondaba por su mente era "malditos zapatos, estoy deseando llegar a casa para tirarlos a la basura". ¿Que cómo lo sé? Porque yo ya he sufrido muchos desaciertos en materia de calzado y sé detectar fácilmente cuándo alguien las está pasando canutas (también es cierto que la mueca de dolor y las tiritas en los pies ayudan a deducirlo, ejem...).

¿Y no es una lástima que una no se pueda concentrar en lo que le está contando el novio tan animadamente por culpa de haberse comprado unos plataformones de yute de los que puede tirar a malas penas? Pues sí, es una lástima. Al menos, a mí me lo parece. Lo ideal es ir cómoda y sentirse guapa, de manera que podamos disfrutar de otras cosas más interesantes que nos ocurren durante el día. 

Hace un tiempo encontré un artículo que hablaba de lo que han bautizado como "Psicología de la moda (o de la ropa)", y venía a decir que nuestra elección de vestuario influye más de lo que pensamos en nuestra forma de enfrentarnos al día a día. Desde los efectos que tienen en nuestro estado de ánimo los colores que vestimos, hasta el mensaje que transmitimos con nuestro estilo, que puede ser más o menos coherente según cuadre con el que se desprende de nuestra forma de comportarnos. 

Me parece un tema interesantísimo, en serio. Y me da un poco de rabia que todo lo que gira en torno a la moda sea tachado de frívolo o superficial. 

También me hace gracia, por otro lado. Porque vamos a ver: todos nos vestimos por la mañana. Todos nos planteamos preguntas acerca de nuestra apariencia. Todos hacemos elecciones estilísticas movidos por unos u otros objetivos. En fin, ninguno de nosotros somos ajenos al tema, a menos que nos dediquemos a cepillar caballos en un rancho y no salgamos de ahí. O que hayamos decidido establecernos en modo supervivencia extrema en alguna isla perdida del Pacífico. Los demás, quien más, quien menos, nos hemos tenido que plantear en algún momento si deberíamos vestir esto o lo otro para una entrevista de trabajo; si nuestro aspecto es adecuado para nuestra actividad de cara al público; si ese conjunto me hará lucir favorecida, además de correcta, en determinada celebración, etc. 

Todos los que vivimos en sociedad prestamos atención a la elección de nuestro vestuario (en mayor o menor medida, claro), y el que diga lo contrario, miente. 

Incluso, hasta el mero hecho de querer dominar el tema para que no tengamos que pensar nunca más en cómo deberíamos vestir, supone una preocupación sobre ello. 

A partir de ahí, se puede profundizar cuanto se quiera en la psicología de la ropa. Por ejemplo, a qué se debe esa lucha continua que tienen algunos entre lo que visten y lo que quisieran vestir; por qué motivo compramos ropa que nos atrae irresistiblemente pero que luego somos incapaces de usar; por qué nuestro comportamiento en sociedad se ve influido a veces por lo que llevamos puesto... Todos ellos son temas que merecerían un análisis profundo. 

Sin ir más lejos, recuerdo que una vez comenté que yo dejaba los experimentos estilísticos para los viajes, y me consta que no soy la única. De hecho, alguien me contestó que hacía lo mismo. Es muy curioso, ¿verdad? Está claro que la ropa tiene una dimensión psicológica que hace que nos planteemos sinsentidos como ése. 

También, el hecho de vestir como los compañeros de pandilla, sobre todo en "tribus" con unas notas estilísticas muy definidas (emo, punk, gótico, alternativo, pijo...) proporciona cierta sensación de seguridadsentido de pertenencia al grupo

En fin, podría estar hablando de este tema durante horas (me encanta filosofar sobre chorradas), pero voy a dejar algo para futuras reflexiones. 

Eso sí, me encantaría saber vuestra opinión al respecto: ¿Pensáis que la moda es sólo una frivolidad o creéis que tiene otras facetas más profundas? ¿Os parece que la forma en que vestimos es un reflejo fiel de nuestra personalidad? Contadme, contadme. 😃










Comentarios